domingo, 21 de octubre de 2012

El lenguaje no verbal y el rostro.

Dicen que la cara es el espejo del alma. Es posible. Lo que es seguro es que en el rostro tenemos el mayor número de músculos por decímetro cuadrado de todo el cuerpo. Esto nos permite adoptar un sinfín de muecas y caras que transmiten diferentes emociones al resto de las personas.

Hace un par de semanas, estando alojado por cuestiones de trabajo en un hotel, me surgieron dos pequeños problemas:

  1.  La conexión wifi en la habitación no era buena, y era incapaz de configurar la conexión por ethernet.
  2. Tenía que salir a la mañana siguiente a las 6:30 de la mañana del hotel y los desayunos los servían a partir de las 7:00. Y un café sí me quería tomar.
Pues bien, me acerqué a la recepción y le dije a la señorita que estaba en esos momentos allí:
– Hola, tengo dos pequeños problemas...

Normalmente, ese comentario suele ser respondido con un gesto absolutamente inexpresivo y con la frase: "Dígame qué le ocurre", o "En qué puedo ayudarle", o algo parecido.

Pero cuando hice el comentario delante de la recepcionista, su rostro fue una cascada de expresividad emocional que trataré aquí de forma resumida:

  • Primero sus cejas se levantaron y su boca se abrió, transmitiendo gran sorpresa por lo que le estaba diciendo. Como diciendo: "no puede ser que un cliente de este hotel tenga problemas".
  • Después, sus cejas se arquearon, y las comisuras de sus labios tendieron levemente hacia abajo, con un gesto de tristeza casi imperceptible. Como diciendo: "pobrecito, lo estará pasando mal..."
  • Casi seguidamente, su cabeza se irguió, apretó la boca, y frunció el ceño con la absoluta disposición de atenderme en mis problemas y solucionármelos. Como diciendo: "aquí estoy yo y mi determinación para solventar cualquier situación que esté sufriendo".
  • Por último, se acercó al mostrador con los ojos muy abiertos y la boca cerrada, mostrando una atención absoluta a lo que tuviera que decir. Como diciendo: "dígame, estoy dispuesta a escuchar con atención todo lo que tenga que decir".

Todo esto ocurrió en más o menos medio segundo, y no fue algo premeditado, sino que surgió espontáneamente en el rostro de la chica. A mí me hizo sonreír, me encantan las personas que son espontáneas, mucho más que las milimétricamente frías y calculadoras.

Después de ese medio segundo estaba convencido de que resolvería mis dos pequeños problemas, aunque todavía no hubiera dicho ni una sola palabra. Es lo que tiene el lenguaje no verbal...

Saludos,
Raúl.

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