Uno de los casos que más rápido se resolvieron durante mi trabajo como psicólogo clínico, fue el de un problema de lectura de un niño de 7 años.
En una primera entrevista con los padres me contaron que su hijo había comenzado a leer bien, pero que en ese año, había empezado a cometer numerosos errores en la lectura.
Cuando estuve con el chico constaté que leía atropelladamente, se equivocaba al leer ciertas palabras, y sobre todo, pude observar su estado de tensión y nerviosismo.
En la tercera sesión, y última, di instrucciones a los padres para que dejaran de apremiar al chaval para que leyera bien. Y les indiqué que tenían que animarle a que leyera despacio, y que valoraran no su calidad lectora, sino su lentitud en la lectura. A las dos semanas, me llamaron los padres para informarme de que el chico ya no cometía equivocaciones al leer.
Y es que cada cosa lleva su tiempo, y en ocasiones tratar de violentar la natural cadencia de las cosas puede llevar a consecuencias indeseadas.
Saludos,
Raúl.
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