La casa de mis padres estaba en un décimo segundo piso a las afueras de la ciudad, lo que permitía tener una vista envidiable de toda la ciudad. Uno de mis pequeños placeres era, en verano, fumar asomado a la ventana de mi habitación, con la luz apagada, escuchando a los Dire Straits.
Cuando dejé de fumar, tuve que dejar de escuchar música de noche en la habitación. Me entraban unas ganas tremendas de coger un cigarro. Había condicionado una situación, en principio neutra, (escuchar música de noche en la habitación), a las sensaciones físicas que producía la nicotina. Igual que los perros de Pavlov.
Saludos,
Raúl.
P.D1: Tratando de tranquilizar a las personas que me han enviado numerosos mensajes de preocupación, he de confesar que actualmente la situación está totalmente descondicionada, y escucho a los Dire Straits con total normalidad.
P.D2: Ahora uno de mis pequeños placeres es conducir de noche por la autovía escuchando "Romeo and Juliet" de los Dire Straits de su concierto "Alchemy". Eso sí que no tiene precio...
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