jueves, 20 de octubre de 2011

La idea de mejora.

Estaba estudiando tercero de Psicología, cuando decidí que era un buen momento para ponerme a trabajar. En mi mente había dos objetivos fundamentales: ganarme un dinero para mis cosas, y llenar algo las horas del día, (ya que estudiaba en la UNED y no tenía que ir a clase).

Así que comencé a trabajar en un supermercado. Desempeñaba dos puestos con un solo salario: cajero y reponedor. Era todo un ejemplo de polivalencia. Un día se anunció una campaña de recogida de ideas de mejora, colocaron una urna en las oficinas, y el jefe nos alentó a todos los que trabajábamos en la tienda a participar en aquella recogida de ideas. Nos animó efusivamente a tener iniciativa y a ser creativos. Yo era joven e inexperto, así que me lo tomé muy en serio.

Todos los días estaba muy atento a todo lo que me rodeaba, prestando atención con los ojos bien abiertos, y con las orejas orientadas a todo lo que ocurria a mi alrededor. Y por fin, un día, casi sin darme cuenta, ocurrió aquello que estaba esperando. El resorte que impulsó mi creatividad.

Observé que en ocasiones, las personas que pasaban por caja, descubrían que algunos artículos que habían adquirido pensando que estaban en oferta, ya no lo estaban. La realidad era que lo habían estado, precisamente justo hasta el día anterior. Y a raíz de este hecho, surgió mi idea. Simple pero hermosa (como todas las ideas simples y hermosas). Y que cambiaría el negocio de la distribución, como nunca antes nada lo había hecho, o eso pensé yo...

Inmediatamente fui a hablar con la segunda persona al mando: María José. Y le expuse mi idea. Se trataba de lo siguiente: el último día de la oferta se colocaría un pequeño cartel, al lado de la etiqueta de la oferta, en el que se pudiera leer algo como: "Último día de la oferta". Ese cartel se retiraría al finalizar el día. De esa forma, se conseguía lo siguiente:
  • Minimizar el número de personas que equivocadamente compraban el producto al día siguiente de terminar la oferta pensando que aún lo estaba.
  • Motivar la compra de esos productos el último día de oferta.
  • Minimizar el número de quejas y reducir el malestar de los clientes que tenían que descambiar el producto o llevárselo a un precio mayor del que esperaban.
  • Etc.

Recuerdo que María José me miró de arriba a abajo muy lentamente, después arqueó la ceja derecha, clavó su mirada en mis ojos y me dijo, como con desgana sabioncilla: "Pero Raúl... las ideas que se te ocurran, que sean para trabajar menos, no para hacernos trabajar más, colocando cartelitos que después tengamos que quitar".

He de reconocer que nunca más volví a plantear una idea de mejora en ese trabajo. Y aún sigo pensando que la idea que tuve, era una gran idea.

Saludos,
Raúl.

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