Recuerdo uno de los primeros casos que tuve cuando trabajaba en la Psicología Clínica, hace de esto ya muchos años...
En la primera entrevista, los padres de la criatura (un chaval de unos 16 años) me contaron escandalizados que su hijo les había robado doscientas mil pesetas (al cambio unos 1.200 euros, más o menos), pero a mí lo que me sorprendió fue el por qué y el para qué del robo.
El propio chico me explicó el asunto en la primera entrevista que tuve con él. Resulta que uno de los hobbies de sus amigos era jugar a juegos de ordenador. Se intercambiaban los juegos y los comentaban de forma entusiasta durante el recreo y en otros momentos. Él no podía unirse a las conversaciones porque no podía jugar, el ordenador que su familia tenía era demasiado antiguo como para soportar los requerimientos de los juegos de sus amigos. Así que se le ocurrió la idea de pedir un ordenador a sus padres, a lo cual sus padres se negaron, porque no querían que su hijo malgastara el tiempo jugado al ordenador.
Por lo que elaboró un plan inteligente: compraría un ordenador nuevo, última generación, vaciaría la torre del antiguo ordenador y metería el nuevo en la torre del antiguo. Brillante. Sus padres no se darían cuenta, ya que no dominaban el mundo informático, y externamente el ordenador sería el mismo. Dicho y hecho. Lo malo es que fue descubierto, y todo por un pequeño detalle del que no se percató en un principio. Sus padres se dieron cuenta de que les faltaban doscientas mil pesetas (al cambio unos 1.200 euros).
Recuerdo que enfoqué el asunto desde la perspectiva de "solución de problemas". Él definía el problema centrándolo en la imposibilidad de jugar a los juegos de ordenador que jugaban sus amigos. Viendo que de esa forma, pocas posibilidades teníamos para solucionarlo, amplié el problema y lo definimos desde la perspectiva de qué hacer con nuestro tiempo libre. Gracias a este nuevo enfoque, me contó, por ejemplo, que antes jugaba al baloncesto, y que le seguía gustando, pero que lo había dejado. Hicimos una lista de posibles actividades para realizar cuando tuviera algo de tiempo libre, y empezó a ampliar sus hobbies. El "mono" de jugar al ordenador lo quitamos yendo a casa de los amigos a jugar con ellos.
Siempre me acuerdo de este caso cuando imparto cursos de "Resolución de Problemas", sigo pensando que una buena definición del problema es un 80% de la solución a éste. Y ampliar el problema, es una buena estrategia cuando tenemos pocas soluciones, o las que tenemos no son posibles.
Saludos,
Raúl.
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